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Querido Mestre, que obrigado che estou! (1)

viernes, 10 de mayo de 2024
Querido Mestre, que obrigado che estou! (1)
Porque me redimiches coa túa Paixón, Morte e Resurrección,
pero tamén,
¡tamén!,
porque, en Xoán, déchesme en adopción a túa nai,
¡que agora tamén é miña!


Dáme, Señor, meu querido Mestre, unha gota de elocuencia para que che faga algo de apostolado, que é o mínimo ao que estou obrigado!
Xoán, 19, 25-27: "Ó pe da cruz de Xesús estaban súa nai e a irmá de súa nai (curmá, diríamos hoxe), María de Cleofás, e mais María a Magdalena. Xesús, vendo a súa nai e, onda ela, o discípulo a quen amaba, díxolle á nai: -Muller, velaí o teu fillo. Despois díxolle ó discípulo: Velaí túa nai. Desde aquela hora o discípulo acolleuna con el".
¡Alí tivemos a adopción, ou máis exactamente, a confirmación da nosa adopción paterno-filial!

Na mesma Biblia, de Sept. (San Xoán). 19-26: "A escena da cruz representa o cume da obra de Cristo, cun marcado senso eclesiolóxico. Xesús chámalle muller á súa nai, por relacionala con Eva, nomeada no Xénese como "a muller" e "a nai dos que viven". A María vénlle encomendada unha misión que pertence á obra mesiánica de Xesús. Por iso, a misión de María ten un senso eclesiolóxico: en María témolo prototipo da Igrexa. Xoán acolle a María na súa misión, e así nace a nova comunidade mesiánica".
Despois do Calvario, a alegría da Pascua.

¡Señor, querido Mestre, o teu "aprobado" está na Pascua, na túa, na túa Resurrección, nesa Porta Celestial que nos abriches! Repasando este capítulo, esta meditación, Querido Mestre, que obrigado che estou! (1)atopeime cunha luminaria esplendorosa, atopei esta homilía do arcebispo Agrelo, que nos aclara tan ben o Camiño do Ceo que non hai mellor faro na Costa da Morte:
"Mira, alégrate, ama.
¡El Señor ha resucitado! No se aparte de él la mirada de tu fe, Iglesia cuerpo de Cristo.
El Espíritu de Dios ha removido en la noche la piedra que cerraba la sepultura, la de Jesús y la nuestra, y sobre el mundo, sometido hasta aquella hora a la esclavitud de la muerte, amanece, con Cristo resucitado, la luz de la vida.
Mira a tu Señor, asómbrate de su luz, alégrate de su vida, ama al que tanto te amó, al que por ti se entregó, al que abrió delante de ti el camino de la esperanza.
Mira, alégrate, ama: "Éste es el que cubrió a la muerte de confusión y dejó sumido al demonio en el llanto… Éste es el que derrotó a la iniquidad y a la injusticia… Éste es el que nos sacó de la servidumbre a la libertad, de las tinieblas a la luz, de la muerte a la vida, de la tiranía al recinto eterno… Él es la Pascua de nuestra salvación" (Melitón de Sardes).
Mira, alégrate, ama: Verás con cuánto amor te buscó, oveja perdida, el buen Pastor de quien te habías ausentado. Verás con cuánta humildad se puso a tus pies y te lavó el que te preparaba para que tuvieses parte con él. Verás con qué mansedumbre se dejó sacrificar por ti este Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, el que "marcó nuestras almas con su propio Espíritu, y los miembros de nuestro cuerpo con su sangre" (Melitón de Sardes).
Mira, alégrate, ama, Iglesia cuerpo de Cristo, pues la misericordia del Señor ha llenado tu tierra, él te escogió como heredad suya, él se fijó en tu sufrimiento, en tu esclavitud, en tu llanto, y vino a ti, humilde, para salvarte.
Mira, alégrate, ama, Iglesia mártir de la fe, Iglesia perseguida, Iglesia humillada, Iglesia de los que tienen hambre, Iglesia de los arrancados por la injusticia a su tierra, a su familia, a su vida, Iglesia de los enfermos, de los abandonados, de los marginados, de los empobrecidos, mira, alégrate y ama, pues a ti, atada como Isaac sobre el altar de la muerte, tu Dios, en su Hijo muerto y resucitado, te ha abierto el sendero de la vida.
Mira, alégrate, ama. Une tu voz a la de Cristo en la hora de su resurrección, y que resuene en el cielo el eco de vuestro canto: "El Señor es mi Dios y salvador: confiaré y no temeré, porque mi fuerza y mi poder es el Señor, él fue mi salvación".
Resuene en la tierra y en el cielo el Aleluya pascual, pues "hoy nuestro Salvador destruyó las puertas y las cerraduras del imperio de la muerte, destruyó la cárcel del abismo y arruinó el poder del enemigo".
¡Cristo ha resucitado!
Mira, alégrate, ama, Iglesia que celebras la Resurrección de tu Señor, pues de Cristo resucitado es la palabra que escuchas en tu eucaristía, con Cristo es con quien en ella comulgas, y a Cristo es a quien amas cuando escuchas y recibes a sus pobres.
Feliz Pascua, Iglesia cuerpo de Cristo.
Santiago Agrelo Martínez. Arzobispo emérito de Tánger.

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As obrigas

A principal, a primordial, xenérica, de todo cristián é..., ¡ser agradecidos! Esta inspiración, esta devoción, xa a tivemos antes de vir Cristo, pero El, ¡como en tantas outras cousas!, remachounos a lección, transmitida polos Evanxelistas, aos que lles debemos os testemuños presenciais, inspirados e animados polo Espírito Santo.
Para comezar estas reflexións mirémonos no espello da vida: ¿Quen somos, e como somos; a que estamos? Vou acudir ao gran teólogo, Juán Manuel del Río Lerga, que no seu libro "¿Yo...? ¡Con Jesús de Nazaret!", ábrenos os ollos:
"El cristiano, seguidor tuyo (de Jesús) por vocación, está llamado a trabajar para hacer posible un humanismo pleno. El salmo 8 dice del hombre: -"Lo hiciste apenas inferior a un dios" (Sal 8, 4)
"Su meta es la divinización. No en el sentido de que el hombre se vaya a convertir en Dios, sino en el sentido de la gloria que el mismo Dios le tiene reservada al convertirlo en imagen y semejanza suyas.
"Individual y socialmente el hombre tiene que impulsar un humanismo tal que todo adquiera una transcendencia que revalorice no sólo al mismo hombre sino a toda la creación.
"La creación está sometida al hombre. Esto es un gran honor para la persona humana, pero también su responsabilidad, y su peligro. No llevar a cabo esta misión sería lo mismo que frustrar el plan de Dios sobre la creación. ¿No es así, Jesús? De ahí que siempre habrá que mirarte a ti como el modelo perfecto de hombre. Hombre-puente que ha unido a Dios con toda la creación. Tú, Jesús, eres la síntesis de la Creación. De ahí que el cristiano no puede salirse del modelo único, que eres tú, si de verdad quiere cumplir con su cometido de ser y dar sentido al mundo.
"En ti, Jesús, reside la plenitud del Espíritu. En ti se une lo divino con lo humano bajo la soberanía y fuerza del amor de Dios. El cristiano, unido a ti, es un comunicador y dador de vida. La misma que Dios le ha dado, para que, a su vez, la comunique a los demás. El cristiano sabe que sin santidad de vida no se es cristiano.
"La santidad no consiste en andarse vegetando y flotando por encima de alguna nube, sino en imitarte y seguirte a ti, Jesús. No hay verdadera santidad si el hombre no lucha por salir del subdesarrollo, o sacar a los demás del mismo. Porque el hombre es el responsable de llevar las riendas de la creación y conducirla a buen término. Para eso Dios le ha dotado de inteligencia, de libertad y de voluntad.
"Cuanto más plenamente humano sea el hombre más cerca estará de Dios. El cristiano está llamado a mantener viva la esperanza, y a trabajar por un mundo más humano, donde todos puedan vivir, al menos, mínimamente bien. El cristiano es un testigo de la Verdad. Dios es la Verdad. Está llamado a tener encendida la luz de la fe, a pesar de vivir en un mundo atormentado por los conflictos y la violencia. Precisamente por eso, porque hay tanto desorden, se necesita un esfuerzo mayor. A la agresividad se responde con la paz. Y al odio con el amor. Sin amor no puede haber verdadera amistad. Y tú, Jesús, eres el amigo insustituible".
(Ademais dos seus libros, que é unha gozada lelos, débolle ao P. Del Río, a título persoal, que nos fose predicar á miña parroquia, Montecubeiro).
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Gómez Vilabella, Xosé M.
Gómez Vilabella, Xosé M.


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